Existe la creencia, en estos tiempos, de que todo los que nos rodea genera adicción. Internet, celulares, videojuegos, entre otras actividades. Aunque uno sea consciente de que esa adicción provoca un hábito negativo, resulta difícil eliminarlos. Y la comida no está exenta de ocasionar una conducta distinta en relación a las adicciones.
Investigadores de la Universidad de Michigan realizaron un estudio sobre los alimentos adictivos, en donde explicaron que todo aquello que contenga azúcar o grasa es más susceptible de volverse adictivo que un simple plato de brócoli o fruta. La explicación puede darse íntimamente desde el punto de vista fisiológico. Dentro de este sistema, cuando una persona tiene hambre, se dispone a buscar una comida más calórica, que le permita saciar esa sensación de vacío en el estómago. Los alimentos procesados, a diferencia de los naturales, son los que primeros se buscan, debido a su alto nivel de azúcares o grasas, los cuales activan el sistema de recompensa del cerebro de forma más aguda, por lo que las hormonas hacen que se destine la atención sobre ellos.
Cuando hablamos de alimentos adictivos pensamos generalmente en los dulces, las pastas y los panes. Sin embargo, existe un alimento que no suele tenerse en cuenta en esta lista que es igual o hasta más adictivo: el queso. Se encuentra en varias preparaciones, desde las más simples hasta las más gourmet; sándwiches, pizzas, fondue y muchas más. Son recetas que se logran hacer con este simple alimento y no son pocas las personas que disfrutan de su encanto. Ya sea suizo, manchego, provolone, roquefort, cheddar, parmesano o de cabra, su gusto causa adicción.
El queso obtiene 70 por ciento de sus calorías de la grasa de la leche de vaca. Al provenir del hígado de este animal, genera altas cantidades de morfina, codeína y otros opiáceos que llegan al queso. Además, el queso obtiene caseína –el ingrediente primario de los productos lácteos, parecida a las endorfinas– lo cual produce un efecto calmante, bienestar, disminuye los movimientos intestinales y tiene un potencial efecto antidiarreico.
Otros alimentos adictivos
Azúcar
El azúcar produce un alto pico de elevación de la glucosa en la sangre, que baja rápidamente y provoca un retorno inmediato del hambre. Asimismo, el azúcar dispara la liberación de opioides –agentes del cuerpo que alivian el dolor– naturales en el cerebro. Además, el azúcar estimula el cerebro y el centro de placer, promoviendo la liberación de endorfinas. Cuando se produce un exceso de azúcar en la sangre (hipoglucemia) esto lleva a generar más ganas de consumir este dulce venenoso.
Sin embargo, el azúcar no solo es adictivo por su sabor, sino que también influye en la actividad cerebral, aumentando la atención y la concentración. Investigaciones revelaron que también libera dopamina, un neurotransmisor que estimula el sistema nervioso central, creando la hormona de la felicidad junto a las endorfinas.
Chocolate
El chocolate es una droga adictiva, ya que trabaja en las mismas zonas que la morfina y la heroína. Su sabor es tan placentero que genera una seducción en el cerebro. Según especialistas, esto se debe a que está compuesto de nutrientes como el magnesio. El olor, el gusto y la textura del chocolate podrían llevan a la adicción, ya que las personas pueden quedar atrapadas por experiencias sensoriales. También, ocurre que el chocolate tiene dosis mínimas de cafeína y esto hace que se vuelva aún más adictivo.
Snacks & fast foods
La comida chatarra también estimula el crecimiento de la dopamina, lo cual lleva a sentir placer. Una investigación de The Scripps Research Institute, un centro de estudios médicos ubicado en California, Estados Unidos, descubrió que "el cerebro no puede abandonar el hábito de consumir 'comida chatarra', al igual que los adictos al cigarrillo, la heroína, el sexo o la cocaína".
Carnes
La carne tiene una sutil cualidad parecida a la de las drogas. Cuando la carne entra en contacto con en el cuerpo humano, se liberan opioides en el cerebro, como una forma de gratificación por la elección de calorías densas. Además, la carne estimula la respuesta a la insulina de la misma forma que el pan y las tortas. El bife, de hecho, causa una mayor liberación de insulina que las pastas y el pescado.
Lo que tienen en común estos alimentos son la sensación de bienestar, su cantidad de grasa y la impresión de saciedad. Además, cuanto más se come, más grande se vuelve la adicción. El cerebro necesita cada vez más para saciar el estómago y despertar bienestar. Los alimentos altos en grasa despiertan el cerebro causando síntomas de felicidad, en donde las combinaciones de sustancias adecuadas en los alimentos producen una dependencia difícil de corromper.